¿Qué le pasó a nuestra capacidad de asombro?



¿Qué le pasó a nuestra capacidad de asombro?

Poco a poco, nuestros sentidos se van cauterizando, y nuestra capacidad de asombro se pierde, sin que podamos reaccionar, la violencia tanto real como ficticia que nos llega al través de los medios de comunicación tradicionales como canales de una sola vía, y los ahora pujantes y no menos morbosos canales bidireccionales, como son las redes sociales, que han democratizado la participación como la que ejerzo en este momento, nos bombardean con informaciones e imágenes, algunas sometidas a deformaciones a los fines de crear impresiones que impacten al receptor del mensaje audio visual.

En fin, este sometimiento bárbaro que supone el acceso indiscriminado a la información termina por hacernos insensibles ante los hechos crudos y sin censura, a los cuales reaccionamos sólo cuando nos afectan directamente, sin pensar que para otros somos una información más.

El interés por obtener vistas en las redes sociales, sobrepasa al deber de socorrer al prójimo en medio de una desgracia y cualquier escaramuza o disputa farandulera obtiene más comentarios que los nobles propósitos que pudieren tener los educadores en su labor.

La inversión de los valores fundamentales de nuestra sociedad se encuentra en estado crítico y la falta de políticas regulatorias rayan en la permisividad irresponsable. He ahí donde tiene un papel fundamental la educación en valores y las buenas costumbres que desde las bibliotecas escolares y municipales pueden acompañar a las familias y las escuelas por una cultura de convivencia harmoniosa y de paz.

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